El héroe de los pobres
POR: Carolina Herrera
Dicen que soy un héroe, pero mi historia es la de una
persona normal, un ser humano como todos con las mismas capacidades y
debilidades. Lo único que me diferencia de los demás es que como muy pocos, yo sé
que no vine al mundo porque si, sino que tengo una misión y que a pesar de las
dificultades mi fortaleza siempre será Dios.
He luchado junto con María mi madre del cielo, quien
ha cambiado mi vida y la de muchos otros; no soy un héroe como los que el mundo
siempre nos muestra, que evita robos en bancos, tiene súper poderes, y pelea
contra algún villano para que este no destruya el mundo, y que solo hacen que
la gente se distraiga de lo que es realmente importante. Yo salvo almas, almas
solitarias, destrozadas y perdidas. Y para esto he peleado infinidad de veces
contra nuestro verdadero enemigo, que en este caso si es el villano, ¿Saben quién
es?, el diablo, que jamás merecería que su nombre fuera escrito en mayúsculas.
Mi mayor arma es la camándula, con la cual rezo el Rosario
todas las veces en que un héroe debe utilizar su escudo para defenderse del
villano y evitar ser derrotado. Y es con esa misma arma con la que otros héroes
me sacaron a mí de las garras de mi enemigo, quien me tenía atado a la
drogadicción; de hecho esa fue mi primera pelea contra él, de la cual salí
victorioso.
Son varias las hazañas por las cuales me llaman héroe,
y quisiera contarles algunas de ellas. Recuerdo aquel día en que caminaba por
las calles de un barrio donde se veía la miseria humana, drogadictos, ladrones,
mendigos, vi como dos hombres golpeaban cruelmente a un joven hasta el punto de
poder llegar a matarlo; no pude soportar ver eso y de dentro de mi salió una
fuerza que no puedo describir, que me impulso a interferir a pesar de lo peligroso
que pudiera ser, con mi aspecto grande y mis brazos fuertes derribe a quienes
golpeaban al joven, y el anonadado, me miraba con miedo, pero a la vez con
desprecio, era un muchacho flaco con los ojos casi desorbitados y con ropa
realmente sucia, me dijo: -¿A usted que le pasa? ¿Se creyó héroe o qué? ¿Quién
le dijo que me ayudara? Metido- Yo con mirada compasiva le dije:- Tranquilo
amigo solo quería ayudarte-, el me dijo algo que me dejo impactado:- ¿Es que
acaso yo merezco ayuda?, me hubiera dejado morir, jamás he merecido vivir, soy
lo más despreciable de este mundo, vicioso y ladrón. De hecho usted mismo
debería tener miedo de mí, pues no sabe las barbaridades que he hecho. Yo le
respondí:- No tengo miedo, y no sé por qué dices que no mereces vivir, mira tú
vales la misericordia de Dios, lo dijo el Papa Francisco, un gran servidor de
Cristo. Y estoy seguro de que Dios te envió al mundo para algo muy importante.
Por mas barbaridades que hayas hecho, yo no soy quien para juzgarte, y si Dios
puede perdonarte, pues mucho mas nosotros los seres humanos.
En ese momento Mateo que así se llamaba el joven, se
echo a llorar y me abrazo los pies diciéndome: “¿Quién es usted? Y ¿Por qué ha
venido? ¡Si lo ha enviado Dios por favor no me deje ayúdeme! Decidí acogerlo en
mi casa y allí juntos todos los días rezábamos el rosario, el comenzó a cambiar
y aunque fue una batalla dura contra mi enemigo quien no quería dejar en paz a
Mateo, pues muchas veces recaía, María siempre lo levantaba, ahí salve un alma,
un alma que ahora le sirve a Dios.
En otra ocasión llego Mateo corriendo a mi casa,
diciéndome que había visto a una chica llorando desesperadamente en el parque ,y
que el a verla, sin saber que hacer decidió venir a mí, pensando en que tal vez
yo podría ayudarla siendo héroe como lo fui con él. Efectivamente allí en el
parque estaba una bella joven que lloraba tapando su rostro con sus manos;
inmediatamente me acerque a ella con la camándula en mi cinturón, y le dije: “¿Qué
te pasa, porque estas tan triste, te puedo ayudar?”- Ella me miro fijamente y
sus ojos reflejaron la infinita tristeza que había en su alma, luego me dijo: “Me
llamo Clara y no tengo otra salida más que abortar.” No sé porque me hablo tan
directo sobre su problema, pero creo que encontró en mi alguien quien la
escuchara; sin pensarlo dos veces le respondí: “Créeme el aborto nunca es la
solución. No sé cual sea tu situación, pero matando a tu hijo, no vas a lograr
nada, vas a empeorar todo. Eso que piensas hacer va en contra del mandamiento
del amor, lo dijo claro una gran mujer, la madre Teresa de Calcuta. Además eso
que está en tu vientre es un regalo de Dios; el aborto es el acto más diabólico
que puede cometer el hombre. Mira los demonios están gordos a causa de tanta sangre
derramada por los niños inocentes que son abortados a diario. No permitas que
las dificultades te hagan tomar la peor decisión de tu vida, confía en Cristo
quien entrego su vida por ti, por mi, por ese niño y ven acompáñame vamos a
usar esta arma que tengo aquí colgada en mi cinturón y luchemos juntos contra
aquel que hizo que ese pensamiento tan deplorable viniera a tu mente”. Su
llanto se detuvo, y de su rostro broto una hermosa sonrisa, ese día salve dos
almas pues ella acepto mi propuesta y ahora tiene un hermoso bebe, el cual
también he adoptado como hijo, ya que Clara y yo terminamos casándonos; como en
toda historia el héroe termina con la chica a quien salva.
Finalmente quisiera contarles la hazaña por la cual
deje la huella de héroe en el mundo, fue una tarde en la que por la televisión
salió la noticia de que una gran tormenta había dejado en la calle a la gente
que vivía en las periferias de la ciudad, pues sus pobres casas se habían
inundado y estaban sin alimentos ya que todo
lo que tenían se había dañado a causa del agua. Movido por la caridad salí con
mi familia y me dirigí hacia allí a pesar del gran aguacero que estaba cayendo,
lleve panes para repartir a todos que muy seguramente llevaban todo el día sin
comer, no sé cómo pero esa tarde repartí pan a mas de 5000 personas en todas
las periferias de la ciudad y ropa para que los ancianos y niños que tiritaban
de frio se abrigaran; me alcanzo todo para tanta gente, y además sobro, fue un
milagro de Dios. En seguida llego toda la prensa Nacional y la noticia empezó a
filtrarse por todos lados, desde ahí me llamaron el héroe de los pobres, por lo
que fui un ejemplo para muchas personas que son indiferentes del sufrimiento de
los más necesitados.
Si les soy sincero, nunca me he considerado un héroe como
tal, y aunque muchas personas me llaman así, soy solo un servidor de Dios. Para
mí, todos pueden ser héroes, porque héroe no es aquel que tiene súper poderes,
sino aquel que da hasta su propia vida por ayudar al otro.

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